El otro día decidimos con otras cinco buenas amigas que aprovecharíamos este fin de semana para ir de paseo a un parque nacional. Hace tiempo teníamos ganas de hacer algo juntas por varios días y ahora se presentó la oportunidad perfecta.
Somos 6… no muchas, pero un número complicado si pensamos en planificar nuestro viaje. Nos reunimos hace una semana para pensar dónde iríamos, qué necesitaríamos, qué nos gustaría hacer y cómo lo pensamos hacer. Estuvimos toda una tarde conversando, buscando en internet, llamando a personas que nos pudieran dar algún consejo, y por supuesto, comiendo.
Al comienzo todas queríamos distintas cosas; unas querían ir al norte, otras al sur, otras a la playa. Unas querían aprovechar de descansar, otras de pasear y conocer. Parecía que no nos pondríamos de acuerdo, pero poco a poco fuimos limitando las opciones de acuerdo a nuestros presupuestos y la disponibilidad de otros recursos, y también algunas fuimos cediendo y aceptando cambiar nuestra primera opción. Finalmente tomamos varias decisiones, nos repartimos las tareas que quedaban por hacer (comprar comida, averiguar precios, etc), y decidimos seguir comunicandonos durante la semana para arreglar los últimos detalles.
Ahora que ya está todo arreglado, es tiempo para la aventura! En realidad no sabemos con exactitud qué pasará en el paseo (lo que hace que todo sea más entretenido y emocionante), pero sí sambemos que al menos las condiciones para que lo pasemos bien, disfrutemos nuestro tiempo y nuestra amistad, están (relativamente) garantizadas.
Si a esta altura te estas preguntando por qué rayos estoy escribiendo esto… bueno aquí va mi respuesta. He estado pensando que toda esta planificación del paseo con mis amigas, tiene mucho que ver con mi idea de planificación para el jardín infantil.
En primer lugar, la planificación – según mi opinión – sebiera ser un intento de previsión y no de predicción. Una preparación para poder crear, no predecir. Es decir, establecer las condiciones para que grandes o pequeños aprendizajes puedan suceder, dejando un espacio importante a la incertidumbre y a la aventura (qué aburrido sería si pudiéramos predecir todo lo que va a ocurrir en el paseo con mis amigas!).
Segundo, la planificación debiera ser un proceso que ocurra colaborativamente. Todos queremos pasarlo bien, todos queremos aprender, por lo tanto las actividades que hagamos, los materiales que usemos, el lugar donde las realicemos, debieran ser decisiones que tomemos en conjunto todos quienes vamos a participar de esas actividades: niñas, niños, técnicos, educadoras, familias, todos. Claramente no todos estaremos de acuerdo, por lo que la planificación será un proceso interesante de conflicto, diálogo y (ojalá) consenso.
Tercero, es importante que al planificar tengamos en cuenta nuestros recursos y nuestra realidad. Es necesario que todos quienes participan del proceso, antes de sentarnos a planear, exploremos qué nos interesa, qué nos motiva, con qué recursos contamos, cómo es nuestra realidad. De esta manera, lo que hagamos al final tendrá sentido para nosotros y podremos darle un significado.
Creo que partiendo de estos principios, la planificación puede llegar a ser un proceso mucho más divertido e interesante que la manera tradicional. De esta forma -además- no necesariamente tenemos que planificar para cada día, sino que podemos elaborar un proyecto a largo plazo (un mes por ejemplo), que nos mantenga a todos entusiasmados y aprendiendo las cosas más entretenidas que nunca imaginamos.
¿Estás de acuerdo? Si es así, ¿Crees que es un modelo posible de poner en práctica en tu jardín o escuela?