Disciplina positiva: consejos para crear relaciones respetuosas

disciplina positiva

Hemos recibido ultimamente muchas preguntas acerca del «manejo de sala»o «gestión de la disciplina» con niños de nivel inicial. Por esa razón hemos desarrollado una lista con consejos de educadoras para mantener un clima positivo en la sala de clases y establecer relaciones respetuosas con los niños y los demás adultos. Estos consejos pueden también servir para educadoras que quieran entregar a los padres de los niños una guía para fortalecer la crianza con disciplina positiva en la casa.

Disciplina es una palabra que proviende del latín «disciplinare»que significa «enseñar«. Tiene que ver con guiar el comportamiento de otros y no con castigar o someter, como se entiende comúnmente hoy.

En educación infantil, la disciplina está estrechamente relacionada con el tipo de relaciones que se establecen entre adultos y niños. La clave para una disciplina positiva está en asegurarse que estas relaciones sean respetuosas y recíprocas.

Algunos consejos para establecer este tipo de relaciones y mantener un clima positivo tanto en la sala de clases como en la casa son:

 

  • Tratar a los niños con respeto. Bajar a su altura, escuchar sus opiniones, emociones, ideas y tomarlas en cuenta para tomar decisiones.
  • Pasar tiempo de calidad con los niños, uno a uno, especialmente con aquellos que más lo necesitan.
  • Dar opciones: Dejar al niño o niña decidir qué ponerse en la mañana, escoger una actividad que le interesa (en el momento de trabajo en rincones, por ejemplo), decidir en algunos momentos qué quiere comer. Ofrecer alternativas hace que las tareas sean más motivantes y entrega el control al niño.
  • Desarrollar rutinas predecibles. Si los niños saben lo que se espera de ellos, será más probable que cooperen en que las rutinas se lleven a cabo.
  • Elaborar reglas en común, ser consistentes con el complimiento de estas reglas y explicar siempre las razones por las que existe cada regla en particular. Esto no solo es una guía positiva para el niño sino que le estamos comunicando que merece conocer y entender lo que estamos pensando.
  • Redireccionar los comportamientos que consideremos inadecuados ofreciendo otra actividad para hacer. Por ejemplo, si el niño está saltando en el sofá, podemos ofrecerle alguna alternativa para hacer, como dibujar o leer un cuento.
  • Usar el humor y los juegos. A veces se nos olvida, pero las canciones, los juegos y el humor son buenas herramientas para guiar el comportamiento de los niños. Por ejemplo, podemos jugar a la zapatería para ponernos los zapatos, o cantar una canción mientras ordenamos.
  • Dejar tiempo para enseñar. A veces esperamos que los niños hagan cosas que nunca les hemos enseñado. ¿Qué significa portarse bien? ¿Qué significa ordenar? Si explicamos estas simples acciones y hacemos juntos la tarea antes de que esperemos que el niño la haga solo, estaremos siendo respetuosos de su aprendizaje y su tiempo.
  • Corregir inmediatamente. Muchos padres dicen a sus niños «Espérate no más a que lleguemos a la casa…» insinuando que lo castigarán por lo que ha hecho en unas horas más. Seguramente para ese momento el castigo ya no tendrá ningún sentido. Es mejor aprovechar los momentos en los que el comportamiento ocurre para guiar de otra forma.
  • Advertir sobre futuras acciones. Si el niño o niña está jugando y pronto llega la hora de ordenar, es importante que mostremos respeto por sus actividades y le digamos antes «en 5 minutos más tendremos que ordenar porque ya llega el almuerzo», por ejemplo.
  •  Si llega el momento de ordenar y aún así el niño no quiere y demuestra frustración y rabia, el consejo es detener la activivdad de todas maneras (para mostrar consistencia), pero quedarnos cerca del niño y mostrar empatía: «Sé que quieres quedarte a jugar más tiempo. Seguramente estás molesto porque el tiempo ya se acabó. Voy a quedarme cerca tuyo mientras estés triste y escuchar lo que tienes que decir, después nos vamos a sentar a comer».
  • Entender lo que sucede en el cerebro. Cuando estamos enojados difícilmente podemos resolver algún conflicto de forma pacífica. Es mejor esperar a que se «calmen las aguas»para poder acceder al cerebro «racional»y no el «modo pelea».
  • Enfocarse en las soluciones. En vez de buscar culpables o sanciones, es mejor enfocarnos en identificar el problema, pensar en distintas soluciones posibles, escoger una que funcione para todos y probarla por un tiempo. Si no funciona, empezar otra vez.
  • Validar las emociones de los niños. Dejar que los niños expresen sus emociones y validarlas: «Veo que estás enojado(a)/triste/molesto» en vez de «Ya está llorando otra vez». Tener fe en que los niños son capaces de manejar sus emociones y dar tiempo para que esto ocurra.
  • Dar muchos abrazos. Si el niño o niña está teniendo una rabieta, una estrategia que funciona para calmarlo(a) es ofrecer un abrazo. Si el niño(a) dice «No», le podemos decir «Yo necesito un abrazo. Cuando quieras que nos abracemos ven a buscarme». Luego irse del lugar y dejar al niño o niña sola.
  • Ver los errores como oportunidades para aprender. Todos cometemos errores. Cuando los niños lo hacen es justo responder con compasión y amabilidad en vez de echar culpas o dar sermones. Podemos explorar juntos las consecuencias del error y pensar en lo que aprendimos de él.
  • Finalmente, modelar con el ejemplo es la mejor estrategia que hemos podido encontrar.

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