Sabemos que en caso de emergencia en un avión es recomendable que los adultos que viajan se pongan sus propias máscaras de oxígeno antes de ayudar a otros a su cargo. Así mismo, sabemos que los adultos que trabajan con niños y niñas pequeños – quienes normalmente se desempeñan en contextos complejos y estresantes – pueden apoyar de mejor manera a sus estudiantes si ellos mismos se sienten tranquilos y en control de sus propias emociones.
Un estudio realizado en Estados Unidos por Elizabeth King y colegas (2015) examinó las relaciones entre las condiciones laborales de las educadoras de párvulos y las conductas y aprendizajes emocionales de los niños a su cargo. Los resultados sugieren que la tranquilidad económica y el bienestar de las educadoras está asociado estrechamente con el positivo desarrollo emocional de los niños en la clase. Específicamente, los niños a cargo de educadoras que pueden pagar por sus gastos básicos muestran más conductas emocionales positivas (reir, pasarlo bien, ser amables con sus compañeros, etc.) que aquellos cuyas educadoras viven bajo estrés financiero.
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